Escrito por:
Dra. Begoña Gomar
Pediatra Dermatóloga
Es la época de verano y en nuestro país es muy común que aprovechemos estos meses para ir de paseo en familia, lo cual es muy saludable, pero es necesario tomar las medidas adecuadas para evitar la exposición solar exagerada.
La mayor parte de la exposición solar total de un individuo ocurre durante la infancia y la adolescencia, por lo que las conductas sobre salud deben establecerse precozmente.
Diversos estudios demuestran que el uso regular de fotoprotectores hasta los 18 años de edad puede reducir la incidencia de cáncer de piel no melanoma hasta en un 78%. La radiación ultravioleta (RUV) cauda diversos efectos en la piel de los seres humanos, es uno de los mayores inductores y promotores de cáncer de piel, así como de quemaduras, reacciones fotoalérgicas y fototóxinas, supresión inmunológica y aceleración del envejecimiento.
Los filtros o protectores solares son sustancias que reducen los efectos de la radiación ultravioleta sobre la piel a través de la absorción, reflexión o dispersión de la luz incidente y son rotulados de acuerdo con el factor de protección solar (FPS), el cual, en la práctica depende de las condiciones ambientales y la cantidad de filtro aplicado en la piel, que por lo general es menor de lo indicado.
Estudios han comprobado que un filtro solar con FPS de 16 absorbe el 93.6% de la UVB, mientras que un FPS 64 absorbe el 98.5%. Los filtros solares se pueden clasificar según su composición en químicos u orgánicos y físicos o inorgánicos.
Los filtros químicos, al ser aplicados en la superficie de la piel, absorben la radiación ultravioleta, y por una reacción fotoquímica, disminuyen sus niveles energéticos tornándola menos dañina para las células. Estos actúan en bandas restringidas del espectro de la RUV y son usualmente combinados para garantizar su efecto más amplio.
Los filtros físicos son sustancias opacas que, por el tamaño y características de sus partículas actúan minimizando los efectos de la radiación solar en todas las longitudes de onda. Son estables, seguros y no suelen producir reacciones alérgicas, por lo que pueden ser usados en niños y adultos. Los más aceptados cosméticamente son el dióxido de titanio y el óxido de zin micronizados o micropulverizados.
El filtro elegido debe abarcar los espectros de UVA y UVB, poseer FPS de por lo menos 15 y ser utilizado de manera adecuada. Debe ser aplicado 20-30 minutos antes de salir al sol y reaplicarlo cada dos horas o según la actividad realizada.
Los niños menores de 6 meses de edad no deben de utilizar filtros solares, por lo que se debe evitar la exposición solar.
La irritación de la piel es el efecto secundario más frecuente que ocurre al utilizar los filtros solares, y se ve más en aquellos pacientes con dermatitis atópicas, pieles sensibles o alérgicas.
Debemos de tener en cuenta, que el uso del protector solar es solo una parte del cuidado integral. Es necesario evitar la exposición solar, siempre hay que buscar la sombra, utilizar ropas adecuadas, sombreros, lentes oscuros y evitar la exposición en horarios donde las radiaciones solares son más intensas.
Es muy importante que los profesionales de la salud, maestros y padres sean educadores, transmitiendo a nuestros niños la importancia de la fotoprotección a edades tempranas para evitar así las complicaciones en la edad adulta y que mejor manera de enseñar que dando el ejemplo.